Ser introvertido no es fácil. Si lo eres, en alguna ocasión te habrás encontrado con dificultades para relacionarte con los demás y probablemente habrás experimentado la llamada "resaca del introvertido". La revista 'Introvert Dear' nos explica en qué consiste este fenómeno que es más común de lo que parece:
Una persona introvertida tiene una reserva de energías para la vida social más limitada que la extrovertida y, cuando las circunstancias le obligan a hacer más uso de éstas, alcanza un punto en el que no se siente bien ni a gusto con su entorno. Entonces es cuando llega la sobreestimulación que desencadena la "resaca del introvertido", la cual le induce a sentir rechazo hacia él mismo.
Esto puede ocurrir en distintas situaciones. Una de ellas es cuando, por ejemplo, tenía la intención de ir a un evento durante 2 horas y terminan siendo 4. Solo había pensado en invertir 2 horas de energía en sociabilizar, por lo que, al duplicarse el tiempo, entra en déficit y ya no tiene fuerzas para afrontar el momento cómo hace el resto. Además, esta sensación tiene más números de producirse si uno no tiene suficiente tiempo para estar solo y recargar sus baterías mentales.
La "resaca del introvertido" puede ocurrir cuando inviertes más tiempo del que habías planeado en relacionarte con los demás
Para los que nunca hayáis experimentado este sentimiento, estas palabras os pueden parecer una tontería pero, en realidad, tiene una serie de repercusiones físicas y mentales. La sobreestimulación puede provocar pitidos en el oído, visión borrosa, sudoración de las manos e, incluso, hiperventilación.
En estas situaciones, el entorno deja de ser lo que parecía y, de repente, aparecen barreras alrededor de uno mismo que hacen que todo parezca más difícil de lo que realmente es.
Entonces, es en ese momento cuando el introvertido escucha su voz interior. Una voz que no resulta muy agradable porque solo dice cosas fatídicas como: " no eres divertido, que malo eres en la vida social, la gente piensa que eres un pesado..."
También se compara con el resto, les ve reír y divertirse y se pregunta: "¿Por que no puedo sonreír y relacionarme? ¿Por qué no puedo ser "normal"?". Esta batería de mensajes solo le hacen sentir peor y, en consecuencia, que aún tenga más dificultades para salir ileso de esta crisis.
Y las cosas todavía van a peor cuando los demás perciben que algo no va bien y quieren saber lo que ocurre.
En estas circunstancias una voz interior ensalza repetidas veces tus virtudes para que te sientas aún peor
"¿Por qué estás tan tranquilo?", "¿Estás molesto?", "¿Te encuentras bien?". Ante estas simples preguntas, su mundo se derrumba y su cuerpo de llena de angustia al pensar: "¡Se han enterado! ¡Me gustaría explicar lo que siento pero ni yo mismo sé describirlo!". Sabe que es una sensación irracional pero, por mucho que quisiera, no puede detenerlo de repente. La situación le supera y lo mejor es salir de la conversación lo más rápido posible para apartarse de todo y volver a estar a salvo.
Por contradictorio que parezca, la mejor solución para remediarlo es la soledad. Un pequeño intervalo de tiempo, de 30 minutos o una hora, conversando con los propios pensamientos, puede ser útil para entender qué sucede y volver a ser uno mismo.
Si te has sentido identificado al leer estas líneas, lo único que necesitas para superar la próxima "resaca del introvertido" es estar a solas contigo por un rato y así podrás enseñar a los demás tu verdadero yo.
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